lunes, 27 de marzo de 2017

LA REALIDAD

Paseaba mucho por el barrio, observaba, comentaba con los vecinos. No tenía otra cosa que hacer, aparte de seguir buscando trabajo.
Amigos suyos, muchos, ya lo habían conseguido. Por fin habían encontrado un empleo tras muchos meses de paro. El barrio empezaba a despertar. Los ánimos tornaban de color y la gente sonreía.
Los días transcurrían monótonos como un segundero, tic-tac, tic-tac, un continuo y soporífero ritmo, sin novedad.
Los comercios seguían a medio gas. Las tascas y bares vacíos. El Sol bril

laba, pero no calentaba.
Es cierto que el paro bajaba, pero los bolsillos no tenían alegría. Las noticias dejaban ver una “realidad” falsa. La población en riesgo de pobreza aumentaba, y esto no era noticia. Tan solo se hablaba de la bajada del paro.
Los salarios eran irrisorios y hacían que, a pesar de trabajar, el pobre obrero pasara a ser obrero pobre.
Los Bancos de Alimentos limitaban el reparto a los que no tenían trabajo, para asegurar un mínimo de reparto, mientras que a los obreros pobres se les cerró la puerta. Ya estaban trabajando, estaban mejor que los que aún no podían hacerlo.
Aunque bajaron mucho, aún se conocían casos de desahucios, familias que eran echadas a la calle por ser incapaces de pagar las cuotas de sus hipotecas, a pesar de haber conseguido un empleo. Los bancos seguían siendo implacables e insaciables. Aunque se seguían haciendo los sordos en los casos de devolución de los dineros que debían a sus clientes por anteriores abusos.
Quisiera pensar que mientras que un banco no devolviera lo que debe, no se le debería permitir quitar la vivienda a nadie. Pero de ilusión….
La vida seguía, y seguía bien para unos y mal para otros muchos. A pesar de tener trabajo, los vecinos se daban cuenta que el invierno terminaba, que el calor volvería y que, las empresas eléctricas volverían a pedirles explicaciones por respetarles durante el invierno. Los sueldos no alcanzaban para comer y pagar todos los recibos de una vivienda. ¿Hipoteca?¿Comer?¿Electricidad?¿Agua?¿Gas?¿Teléfono?¿Coche? Los mediocres sueldos no se estiran tanto.

Los vecinos del barrio sonreían. Tenían razones para hacerlo. Las noticias de la tele decían que lo malo ya pasó y que estábamos creciendo en todo el país. Los vecinos del barrio y de todos los barrios veían demasiado la televisión. Más valía pasear y observar. Nadie engaña al que observa.

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